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domingo, 24 de noviembre de 2013

SE CUMPLE UN AÑO DEL CASO MERCURIO

Las revelaciones del secreto del sumario describen el comportamiento inmoral de parte de las élites políticas, económicas, sociales y mediáticas de la ciudad. ¿Cómo fue posible que un clan de aventureros políticos con estilo mafioso pudiera hacerse con el control de la sección local del PSC? ¿Cómo, después, llegaron a hacerse casi los amos de una ciudad de 200.000 habitantes?

  
El próximo miércoles se cumplirá un año del estallido de la operación Mercurio. Un metal extraño, el único en estado líquido y extremadamente tóxico. La exposición a corto plazo provoca náuseas, vómitos y diarreas, en niveles elevados puede dañar permanentemente el cerebro, los riñones y causar malformaciones en el feto. Por ello, todas las precauciones son pocas, al tratar con este material.
 
Manuel Bustos accede al poder en 1999, tras dos décadas de gobiernos municipales de Antoni Farrés, del cual en cierto modo constituye su contrafigura política y simbólica. Un periodo en el cual la vieja ciudad-fábrica entró su fase terminal.
 
La investidura de Bustos coincide con la expansión de la burbuja inmobiliaria que tira del conjunto de la economía, cuando la revisión de Plan de Urbanismo (1993) ha liberado cientos de miles de metros cuadrados de suelo edificable en el casco urbano y los ayuntamientos disponen de grandes competencias en la materia.
 

Los pactos cuadripartitos

En 1999 PSC de Bustos empató a diez regidores con Entesa per Sabadell, plataforma cívico-política formada por ICV, EUiA, CUP e independientes de izquierda, y formó gobierno con CiU y ERC que durante el farresismo había estado en la oposición.
 
A los pocos meses ICV rompía con la coalición y el concejal Paco Fernández se integraba en el equipo de gobierno cuadripartito. Paralelamente, Bustos consiguió el apoyo de una serie de altos cargos municipales de la época de Farrés, encabezados por el ex concejal de ICV Antoni Aranda que le aseguraron el control de la máquina administrativa. Incluso en 2003, cuando logró la mayoría absoluta, reeditó el pacto cuadripartito con CiU, ICV-EUiA y ERC, lo cual junto a un PP satelizado, sólo dejaba a Entesa, con dos concejales, en la oposición.
 
Manuel Bustos renuncia

Manuel Bustos, en el pleno de renuncia a la alcaldía. Autor: J.d.A
 
 
De esta manera se quería gobernar sin oposición, vulnerando uno de los principios básicos de las instituciones representativas. Sin embargo una cadena de acontecimientos: el caso Bemba, las manifestaciones contra tasa de basuras o la crisis de la pegatina… provocaron la ruptura del gobierno de gran coalición y obligaron a todos los partidos que habían gobernado con Bustos a emprender operaciones, más o menos traumáticas, de renovación interna.
 
Así tanto Josep Mª Civis (ERC) como Pere Obiols (CDC), Francesc Xavier González (UDC) o Paco Fernández (ICV) desaparecieron del primer plano de la política municipal. Este último, expulsado de la formación ecosocialista, se integró en las filas del PSC.

Tramas empresariales

No había pasado un año de la investidura de Bustos, cuando su tío Melquíades Garrido, un oscuro promotor inmobiliario, era nombrado presidente del Gremi de Constructors y vocal de la empresa municipal de vivienda VIMUSA.

El sumario de Mercurio permite aventurar que Garrido pronto urdió una trama empresarial para asegurarse una posición privilegiada en la adjudicación de obras y contratos públicos, uno de cuyos epicentros fue el Centre d’Esports Sabadell.
 
 
Jordi Soriano y Melquíades Garrido

Jordi Soriano y Melquíades Garrido, imputados en el caso
 
A partir del 2007, Jordi Soriano construyó una red clientelar de empresarios menor. Así se compensaba el apoyo político incondicional a Bustos que, sin mayoría absoluta y enfrentado con todo el resto de la oposición, necesitaba para mantenerse en el poder.
 
Ambos clanes chocaron por el control de las obras de ampliación del Cementerio, cuando Soriano ya no era concejal y había dejado de ser políticamente útil.

El poder absoluto

Bustos persiguió con ahínco el poder absoluto sobre la ciudad. Una pieza clave de ello fue el control de los tres medios de comunicación locales de la época: Diari de Sabadell, Ràdio Sabadell y la TV Canal Català. Esto le permitió desplegar intensas campañas propagandísticas, rayanas en el culto a la personalidad, y silenciar las críticas a su errática gestión con métodos más propios de una dictadura que de un sistema democrático. Una operación donde jugó un papel clave Montserrat Costa, pareja y jefe de gabinete del alcalde, con la colaboración de una caterva de periodistas palmeros.
 
Con esa misma finalidad procedió a urdir tupidas redes clientelares con las entidades y asociaciones de la sociedad civil utilizando como arietes el poder político y la concesión discrecional de subvenciones y otros favores.
 
Bustos proyectó sobre la ciudad los métodos caciquiles y clientelares que tan bien le habían funcionado en el partido. Repartiendo cargos, empleos y favores había conseguido un poder incontestable en la federación socialista vallesana, apartando a los críticos y consolidando una militancia adicta. Si eso funcionaba en el partido, ¿por qué no iba hacerlo en la ciudad?

El hundimiento de la ciudad-fábrica

Todo esto se desarrolla con el telón de una ciudad donde los dos sujetos sociales que habían estructurado la ciudad-fábrica, la burguesía industrial y la clase obrera, experimentan una profunda recomposición.
 
El hundimiento de Caixa Sabadell, la adquisición por Agbar de la Companyia d’Aigües de Sabadell (CASSA) o la compra por una firma japonesa del Centre d’Esports Sabadell resultan expresivos de ese proceso de descomposición y retirada de la ciudad de la clase empresarial que había construido un distrito industrial especializado y autocentrado en los siglos XIX y XX.
 
La destrucción de la ciudad-fábrica rompió la espina dorsal de la antigua clase obrera industrial, con condiciones de vida y trabajo muy homogéneas que favorecía su organización sindical y política, como se demostró al final de la dictadura franquista con dos grandes huelgas generales que abrieron el camino a la victoria del PSUC en las municipales de 1979. Las elevadas tasas de paro, la precarización del empleo y la dualidad del mercado de trabajo, quebraron esa uniformidad social y provocaron su desmovilización, fragmentación y atomización social.
 
En efecto, con una burguesía industrial estructurada y una clase obrera organizada difícilmente el clan Bustos hubiera podido imponer tan fácilmente su dominio.

Estado de Derecho

Ante este desolador panorama, un apunte positivo sobre el funcionamiento del Estado de Derecho. La denuncia del empresario arrepentido Salvador Giner a Carme García,  regidora de ICV, coincidió con el asalto a la sede de dicha formación. Un hecho gravísimo que García puso en conocimiento de los Mossos d’Esquadra quienes a su vez informaron a la Fiscalía Anticorrupción.
 
De este modo se pusieron en marcha las investigaciones que se prolongaron durante casi tres años y condujeron, el 27 noviembre de 2012, a la detención de 12 personas, la imputación de otras 26, el registro del Ayuntamiento, 41 empresas y sociedades y 15 domicilios particulares.

Limpieza institucional

La ciudad debe encarar la pesada herencia de gestionar el fin de la era Bustos desde el punto vista económico, político, mediático, social y ético. Un gobierno municipal que ha dejado quebradas e intervenidas las finanzas municipales ha corrompido a dirigentes de partidos políticos, asociaciones profesionales, medios de comunicación, instituciones públicas y privadas, funcionarios y altos cargos municipales.
 

Juan Carlos Sánchez sucedió a Bustos en marzo. Autor: David B.
 
A un año Mercurio resulta inquietante que muchos de ellos continúen en sus puestos como si nada hubiera pasado, como ocurre con los tres regidores imputados, Manuel y Paco Bustos y Joan Manau, el jefe de la Policía Municipal, José Miquel Duran, el cargo de confianza Xavier Izquierdo, el presidente del Gremi de Constructors, Melquíades Garrido, el Síndic Municipal de Greuges, Josep Escartín,  Josep Abellán, gerente de Servei de Recaptació de Sabadell (SERESA) y director en funciones de Ràdio Sabadell o Marcel Galofré, jefe de los Servicios Jurídicos del Consistorio. Sólo por citar algunos de los casos más clamorosos.
 
Da mucho que pensar que un personaje clave en la trama mercurial como el ingeniero y empresario de IDP Quique Blasco haya sido nombrado recientemente presidente de CASSA. Un hecho que revela hasta qué punto continúan activas estas oscuras redes clientelares.

Regeneración democrática

Hasta el momento, el alcalde Juan Carlos Sánchez no ha dado muestras de liderar esta impostergable tarea limpieza y de regeneración democrática, lo cual puede significar su tumba política.
 
Las divisiones entre las heterogéneas formaciones de la oposición explican su incapacidad de plantear una moción de censura para formar un gobierno de gestión hasta las municipales del 2015 con el objetivo prioritario de realizar esta labor de limpieza y regeneración democrática. Una tarea que no puede delegarse a la administración de justicia, que está cumpliendo con su función de perseguir los delitos, sino que debe ser liderada por las formaciones políticas de nuestra ciudad así como por las instituciones y entidades salpicadas por el escándalo.
 
La ciudadanía no se merece que hayamos de esperar hasta las municipales del 2015 para restituir los mínimos de confianza exigibles a la administración local en una sociedad que se llama democrática.


Publicado el 24/11/2013 en www.isabadell.cat

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